El Verbo se encarnó en silencio
En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. (Jn1,1-4)
La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn1,9)
Vino a su casa y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios. (Jn1,11-12)
Ahora, querido amigo, escucha también, las palabras del ángel Gabriel a María que son, enteramente, aplicables a cada uno:
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios” (Lc 1,15)
Querido amigo, abre de par en par tu vida y deja que Dios derrame su gracia, a través de su Espíritu que obra en quien lo acoge. Pues la razón última de nuestra existencia, es la de ir transformándonos en un hijo de Dios a imagen de Jesús.
Cristo Jesús ha de nacer en ti y en mí espiritualmente.
Para mejor predisponerte a ello, silencia tu cuerpo y tu mente. Purifica tu alma en el silencio: Respira profundamente, como si el aire que aspiras fuera un soplo del Espíritu de Dios que viene a inundarte de vida… Cuando expires, siente que expulsas fuera de ti, las impurezas interiores, las tristezas, los miedos, los cansancios… y todas las tensiones de tus malos recuerdos…
Observa tu respiración unos instantes y poco a poco ve haciendo silencio interior, acallando los pensamientos y apaciguando todo tu ser…
Y así, con la mente pulida por el silencio, con un corazón puro y el alma limpia, disponte a abrirte para acoger en Ti al Verbo, la Palabra viva y eficaz, dejando que, por el Espíritu Santo, te renueve. Acógele diciendo:
En este momento, te pido, Señor que derrames sobre mí los dones de tu Espíritu Santo, para predisponerme a acogerlos:
- “Espíritu de Amor, ven a mí para que en mí se opere una nueva encarnación del Verbo. Que yo sea para Él, una nueva humanidad en la que Él renueve su Misterio”.
- Padre Misericordioso, contempla en mí, a un hijo en quien pusiste tus complacencias.
- Espíritu de Amor, reafirma en mi corazón la certeza del amor del Padre.
- Inserta dentro de mí la seguridad de ser un hijo amado del Padre
- Espíritu Divino, Tú eres la luz que ilumina mi mente. Derrama sobre mí la luz de la Verdad.
- Espíritu de Amor, haz brotar de mi corazón un manantial de ternura y de misericordia.
- Que tu aliento divino haga brotar en mí la vida y la belleza que renueva el mundo.
- Espíritu de Amor, infunde en mí la esperanza que disipa los temores y hace nacer la alegría.
- Espíritu consolador, fortalece mi alma para las dificultades y pruebas.
- Espíritu Divino, derrama sobre mí la fe, que me permita intuir lo que aún está velado a los ojos.
- Espíritu de Amor hazme percibir que tu Reino celestial ya ha comenzado a brotar en medio de nosotros.
- Espíritu de Amor, infunde en mi corazón la Buena Nueva, para que mis labios la hagan resonar hasta los confines de la tierra.
Señor, Señor, Tú antes, Tú después.
Tú en la inmensa hondura del vacío y en la hondura interior
Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa.
Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor.
Amado Nervo (S-17)
Canción del Espíritu S-12