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Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

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EXPERIMENTA EL AMOR DE DIOS

El Padre y yo somos Uno

 

“Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre” (Juan 16,28)

Querido amigo te invito a esta profunda oración, para la cual has de predisponerte debidamente.

Es importante que intentes hacer un hondo silencio: Siéntate en un   lugar tranquilo y sereno, respira profundamente, serenamente… varias veces, siendo consciente de tus respiraciones y de cómo te vas sintiendo cada vez más inundado de paz y quietud.  Aparta de tu mente todo aquello que pueda perturbar esa quietud: pensamientos, razonamientos, recuerdos… Tómate tu tiempo.

Ahora, una vez que te sientes interiorizado y predispuesto a tu experiencia de oración, entroniza a Dios en tu mente, para que no haya ningún otro pensamiento. Sólo su presencia, en un silencio suave y amoroso.

Y también entroniza a Dios en tu corazón, para no querer ni desear cosa alguna inferior a Dios.

En este momento reconoce que, dentro de ti, actúa el Espíritu de Dios, y con la siguiente oración, pide luz y claridad:

Señor, una vez más estoy viviendo una profunda intimidad contigo.

Siento, en este momento, mi vida maravillosamente invadida por tu vida. La aventura de tu vida en mi vida; tu fuerza en mi debilidad, tu vigor en mi impotencia. Tu luz ha penetrado en los caminos de mi ser. Tú eres la luz para mi caminar. Sé que sólo en tu luz, Señor, podré construir bellamente mi vida. Sé que Tú vives en la luz y que me has comunicado un poco de esa luz.

Pero lamentablemente, por nuestra parte todo son tinieblas. Señor, los hombres parecen sentirse satisfechos caminando en las tinieblas. Parecen sentirse a gusto caminando a ciegas, con una venda n los ojos. No quieren ver. Y éste también es mi pecado: muchas veces, tampoco quiero ver.

Tengo miedo de que, examinando mi vida, me vea obligado a cambiar. Yo te suplico, Señor: abre mis ojos. En este momento de sinceridad, estoy seguro, Señor, estoy seguro de que quiero ver.

Deja que tu luz penetre ahora en mis tinieblas. Luz. Claridad. Resplandor. Luz que ciega. Transparente claridad. Destello iluminador. Yo quiero ver, Señor, quiero ver. Amén.

Oración E-3 “Claridad”

Ahora, con la ayuda del Espíritu Santo, y en una gran concentración, trata de imaginarte a Jesús, cuando oraba al Padre. Trata de entrar con suma reverencia, en la intimidad de Jesús para captar, sentir y vivir lo que Jesús sentía, su emoción, su entrega, y su profunda adoración… sintiéndose uno con el Padre.

Esta oración es, en sí misma trinitaria: Jesucristo y tú orando al Padre, en una relación amorosa, que es el Espíritu Santo.

Esta era la permanente temperatura interior de Jesús, cuando oraba, siempre de cara a su amado Padre. El Hijo mira al Padre y el Padre mira al Hijo. El Hijo se siente mirado por el Padre… y esta mirada mutua es como un manto que envuelve a los dos en un cálido abrazo de ternura… Sitúate en esta misma intimidad ante el Padre. El hijo amado ahora eres tú.

Siempre movido por el Espíritu Santo, colócate en el interior de Jesús y trata de experimentar lo que Jesús sentía al decir:

(Deja entre cada frase, al menos, un minuto de silencio profundo)

  • Abba, Padre querido, todo lo que me das, viene de ti.
  • La vida eterna es que te conozcan a ti, único Dios verdadero.
  • Padre querido, no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres Tú.
  • Permaneces en mí misteriosamente, como un amigo siempre presente, colmando todas mis aspiraciones.
  • Salí de Ti y regresaré a Ti, ¡oh Padre mío!
  • Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo mío; poseo contigo toda la creación; pues todo el universo te pertenece.
  • Padre Santo, antes de que el mundo existiera, Tú ya me amabas
  • Padre Santo, así como Tú estás en mí, yo estoy en Ti.
  • Padre mío, hágase tu voluntad

 

Querido amigo, hasta aquí, te has situado en el interior de Jesús para orar al Padre, desde Él; pero antes de salir de esta oración para ir a reanudar tu vida, tu trabajo, tu casa… Es decir, antes de volver al mundo, pide al Señor Jesucristo, que sea Él quien entre en ti, para poder pensar, mirar, hablar, actuar como Él, para que sea Él quien viva en ti y a través de ti.

Pídeselo con la siguiente oración:

Señor Jesucristo, que tu presencia inunde por completo todo mi ser, y tu imagen se marque a fuego en mis entrañas, para que pueda yo caminar a la luz de tu figura; y pensar como Tú pensabas, sentir como Tú sentías, actuar como Tú actuabas, hablar como Tú hablabas, soñar como Tú soñabas y amar como Tú amabas.

Pueda yo, como Tú, despreocuparme de mí mismo, para preocuparme de los demás, ser insensible para mí y sensible para los demás; sacrificarme a mí mismo, y ser al mismo tiempo, aliento y esperanza para los demás.

Pueda yo ser como Tú, sensible y misericordioso; paciente, manso y humilde; sincero y veraz. Tus predilectos, los pobres, sean mis predilectos; tus objetivos, mis objetivos.       

Los que me ven, te vean. Y llegue yo a ser una transparencia de tu Ser y tu Amor. Así sea.   

 Oración E-48 “A la luz de tu figura”