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Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Miles de personas en el mundo han recuperado
la alegría y el encanto de la vida.

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Padre Ignacio Larrañaga

La voluntad del Padre: “Alimentación y respiración”

iQué contemplador habrá en el mundo que nos pueda decir algo de lo que vibraba en el corazón le Jesucristo cuando tantas veces repetía este nombre aquella noche! Los apóstoles debieron de verlo en ese momento tan radiante, tan iluminado, tan embriagado…que Felipe, asumiendo y resumiendo el estado de ánimo de los demás, vino a decirle: Maestro, has encendido un fuego en nosotros. Morimos de nostalgia por ese Padre. Ahora, descorre el velo. Basta de palabras y muéstranoslo y en persona, que queremos abrazarlo.

Más allá de las metáforas, Jesús presenta la salvación como un vivir perpetuo en la casa del Padre, mientras la condenación es esencialmente separación, quedar para siempre fuera de los muros dorados de la casa paterna. Infierno es ausencia, soledad, vacío, nostalgia sin remedio… Los discípulos no habrían comprendido estos conceptos tan elevados si no les hubiera infundido con anterioridad un gran anhelo por ese Padre. ¿La Vida Eterna? Que te conozcan a ti (conocer en el sentido de poseer).

Todo el problema de la salvación y de la condenación gira siempre, pues, en torno a la ausencia y presencia del Padre. ¿sepulcro? ¿Aniquilación? ¿La nada? No, la muerte es entrar en el gozo del Señor. El Cielo es el Padre, el Padre es el Cielo. ¿La patria? No existe patria. La patria entera es el Padre. ¿La casa del Padre? No existe tampoco la casa del Padre. La casa del Padre es el Padre mismo. Jesucristo? Jesucristo es el Enviado para revelarnos el rostro paterno de Dios y para abrir unos pozos de nostalgia en el suelo humano. Pozos de nostalgia que serán plenos, saciados para siempre con la posesión simultánea y total de la vida interminable, del Amor infinito.

Después de revelarnos al Padre, la actitud natural es la del abandono: cumplir su voluntad. Ésta es su alimentación y su respiración. La voluntad del Padre es el sentido de su vida, la luz de sus ojos, la alegría de su vivir… Aquí llego, Padre mío, para cumplir tu voluntad. Esa actitud incondicional de abandono origina en Jesús energía, alegría y seguridad. Además, enriqueció poderosamente su personalidad, haciéndolo un testigo insobornable de Dios, lleno de grandeza y valor. Para Jesús, abandonarse significó salir de su propio interés y entregarse al Otro, posando confiadamente su cabeza y su vida en las manos de su querido Padre.

La actitud de abandono fue, pues, para Jesús una transmisión de dominio, un dar el Yo a un Tú, fue un gesto activo porque hubo una ofrenda total de la propia voluntad a la voluntad del ser querido. No se trata, por tanto, de meterse con resignación en la marcha fatal de los acontecimientos. Abandonarse es entregarse con amor a Alguien que me quiere y a quien quiero, y porque lo quiero me entrego.

Tomado del libro: “Dios Adentro” capítulo VI apartado: “Alimentación y Respiración” de padre Ignacio Larrañaga.