Ha sido extraordinario escuchar el abandono de la Madre a la voluntad de Dios. Sin quejas, sin dejar entrar la duda jamás, en un silencio fecundo tan grande que me llena de tanto amor. Sentí un deseo muy grande de consagrarme a ella en cuerpo y alma y sobre todo de saber que debo vivir como verdadera hija imitando sus virtudes.
Me alentó a seguir adelante pase lo que pase porque Ella va conmigo, ahora y para siempre.
Manuela Hernández Valdés