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Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

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la alegría y el encanto de la vida.

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Amar es Acoger

Acoger es la cima más alta y más difícil en las relaciones interpersonales.

El significado del verbo acoger podemos indicarlo con diferentes expresiones.

Yo hago un lugar dentro de mí para que el otro lo ocupe.

Acoger es permitir, al otro, la entrada en mi recinto interior.

Acoger es recoger al otro, en mi interior, con brazos de cariño.

El misterio del amor se resume en el juego sobre esos dos polos: apertura y acogida. La acogida presupone, pues, la apertura. Presupone también el perdón, respeto y aceptación. Es necesario abrir primeramente las puertas de la intimidad, franquear el paso al hermano, para que entre en el recinto secreto de mi interioridad.

 La comunión es un movimiento oscilante de dar y recibir, abriendo las puertas interiores de los unos a los otros. El efecto inmediato es la confianza, fenómeno colectivo difícil de describir, imposible de definir y facilísimo de sentir. El fruto final es el gozo signo inequívoco de la presencia de una real fraternidad.

Toda persona es interioridad, mejor aún, interiorización. Cuando dos interioridades se abren mutuamente y se proyectan, nace la intimidad: de dos presencias se formó una presencia. Cuando varias interioridades se abren mutuamente, y se proyectan, nace la fraternidad.

¿Qué es la fraternidad? Podemos hablar de fraternidad pero no definirla. Es un clima de confianza que, como una atmósfera nos envuelve a todos los hermanos. Nosotros la “engendramos”, es fruto de nuestra apertura-acogida. Es nuestra “hija”; pero esta hija, sin saberlo como, se nos trasformó en nuestra “madre”, como ya lo dijimos, en el sentido de que nos penetra y nos envuelve con su aliento de calor para darnos a luz, y llevarnos a la plenitud personalizadora y comunitaria.

Para acoger, es necesario ponerse en estado de escucha, respecto a los demás hombres, cuya personalidad se nos irá revelando en la medida en que estemos atentos.

Esta actitud de atención o apertura presupone anteriormente y al mismo tiempo, un despojo completo. ¿De qué? De los muchos prejuicios y falsas imágenes que se levantan, como murallas, ante nuestra puerta para bloquear las salidas y entradas.

Viejas historias, antipatías instintivas y ciegas reacciones sentimentales han contribuido muchas veces a que nos hayamos formado una imagen deformada del otro que, no raras veces, se parece a una caricatura.

Esa imagen distorsionada desencadena en nuestro interior una serie de mecanismos de obstrucción que impiden cualquier acogida. Por de pronto obstruye por completo las vías de comunicación con aquella persona.

Si yo hago un lugar dentro de mí para que el otro lo ocupe, si permito al otro, la entrada en mi recinto interior, recojo al otro en mi interior con brazos de cariño, así, una vez libres los caminos y caídas las caricaturas, los hermanos serán acogidos por los hermanos en la verdad trasparente de sus personalidades.

Tomado del libro Sube Conmigo, padre Ignacio Larrañaga.