“He pasado entre vosotros raudo como una estrella, sembrando copiosas palabras. Ahora bien, si mis palabras se perdieron en los pozos del olvido o las encontráis envueltas en niebla, no os preocupéis, mi Padre os enviará un Consolador, que al mismo tiempo será un Esclarecedor, que os ayudará a recordar todo y disipará las brumas de vuestros horizontes para que todo lo que os dije e hice aparezca transparente a vuestros ojos.
Se acerca la hora en que ya no habrá más parábolas. El Consolador que os enviaré de parte de mi Padre inundará vuestros ojos con una claridad directa y meridiana.
Un sueño de oro ha ido naciendo y creciendo en mi huerto en el transcurso de nuestra aventura apostólica; ese sueño de oro brilla a los ojos de mi alma noche y día como estrella matutina.
El amor que no se derrama se transforma en piedra. He sido entre vosotros un hermano entre hermanos: no he habitado en las cumbres inalcanzables donde anidan las águilas, sino que hemos comido en la mesa común y dormido juntos bajo las estrellas y juntos hemos buscado el propósito oculto de las cosas. Fuimos un hogar itinerante, sin morada fija. Cuando me recordéis pensad en una sola cosa: que yo os amé y que asimismo vosotros debéis amaros unos a otros.
Éste es mi testamento, mi sueño de oro: sed un hogar viviente en el mundo; sed uno como el Padre y yo, y en nuestra unidad sea consumada vuestra unidad.
Muchas tareas os dejé encomendadas: limpiad a los leprosos, sanad a los enfermos, anunciad el Reino…, pero, por encima de todas, os mando con carácter urgente de testamento final que viváis amándoos los unos a los otros hasta que yo regrese. En esto conocerán si sois discípulos míos: será la bandera de distinción y la tarea fundamental. Hijos, hijitos míos, nuevamente os reitero con toda mi alma: os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así os améis los unos a los otros.
Como el Padre está en mí y yo en El, que también sean ustedes consumados en lo uno nuestro. ¡Este es mi sueño de oro!”
Extractado del libro El pobre de Nazaret de P. Ignacio Larrañaga