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Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Miles de personas en el mundo han recuperado
la alegría y el encanto de la vida.

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Padre Ignacio Larrañaga

Pascua de Resurección

Del siervo Jesús al Señor Jesús

La historia no ha concluido, más bien todo comienza ahora. La muerte no tuvo la última palabra sobre el Pobre de Nazaret. Por el contrario, fue el quien, entregándose voluntariamente a la muerte, la doblegó y le arrancó su aguijón más temible.

No hay afirmación tan categóricamente reiterada en el Nuevo Testamento, tanto en los Evangelios como en los documentos apostólicos, como ésta: Cristo ha resucitado de entre los muertos.

La resurrección es una consecuencia de la muerte de Jesús, esto es, la resurrección no sólo sucede cronológicamente después de la muerte de Jesús, sino que la semilla de donde brota la resurrección es la muerte de Jesús.

Cristo fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz, por lo cual es válido decir, a partir de esta muerte, Dios lo exaltó. Su paso a través de la muerte daría a luz y haría florecer aquel Reino que Jesús, en sus días mortales, no había conseguido establecer.

En el momento menos esperado cuando los grandes jefes dormían tranquilamente después de haber sellado y puesto guardias en el sepulcro, precisamente ahora, entra el Padre en el Reino de la muerte, y, contra toda esperanza, rescata a su Hijo de la muerte, y lo constituye como SEÑOR, poniendo en movimiento detrás de ÉL, a un pueblo nuevo de creyentes, una muchedumbre incontable de todas las tribus razas y naciones, hasta el fin del mundo.  

El grano de trigo muerto y sepultado bajo la tierra, ya es espiga dorada meciéndose al viento.

De la muerte nace la vida, de la humillación, la exaltación, El Pobre de Nazaret es ahora el Señor Jesús.

La resurrección de Jesús no es un dogma que nació en el seno de Iglesia, sino que la Iglesia misma nace en torno a esta fe en el Resucitado. Sin esta certeza, jamás se habrían puesto en camino semejantes caravanas históricas siguiendo los pasos de Jesús.

Jesús había triunfado para siempre sobre el odio, la injusticia y la muerte. Jesús, resucitado y viviente, es la razón última de la comunidad de los discípulos, de la Iglesia, en transcendental expansión universal.