BIENVENIDO GUÍAS REGISTRADOS ADMIN

Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Miles de personas en el mundo han recuperado
la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

María, nuestro destino materno

El significado profundo de la maternidad espiritual, consiste en que María sea Madre de Jesucristo, en nosotros. Toda madre gesta y da a luz. La Madre de Cristo gesta y da a luz a Cristo. Maternidad espiritual significa que María gesta a Cristo, y lo da a luz, en nosotros a través de nosotros.

En una palabra, nacimiento de Cristo significa que nosotros encarnamos y “damos a luz” al Cristo existencial, a aquel mismo Jesucristo, tal como en su existencia terrena sintió, actuó y vivió. Jesucristo nace y crece en la medida en que los sentimientos y comportamientos, reacciones y estilo de Cristo aparecen a través de nuestra vida.

En la medida en que nosotros encarnamos la conducta y actitudes de Cristo, el Cristo Total avanza hacia su plenitud. Es sobre todo con nuestra vida más que con nuestras instituciones que impulsamos a Cristo a un crecimiento constante. Porque Dios no nos llamó desde la eternidad, principalmente para transformar el mundo con la eficacia y la organización sino “para ser conformes a la figura de su Hijo” (Rm 8,29).

¿En qué consiste la maternidad espiritual de María? En que la Madre nos ayude a encarnar, gestar y hacer nacer, en nosotros, este Cristo que amó hasta el extremo. María será para nosotros la verdadera Madre si nos esforzamos por tener su delicadeza fraterna: la vemos enseguida de la anunciación yendo rápidamente a felicitar a Isabel y a ayudarla en las tareas domésticas de los días prenatales; su delicadeza en Cafarnaúm, cuando, en lugar de entrar en casa y saludar al Hijo con orgullo materno, golpea la puerta y se queda afuera, esperando ser recibida por él…

María dará a luz, a Cristo, en nosotros en la medida en que nosotros seamos sensibles, como Cristo, por todos los necesitados de este mundo; en la medida en que vivamos como aquel Cristo que se compadecía y se identificaba con la desgracia ajena, que no podía contemplar una aflicción sin conmoverse, que dejaba de comer o de descansar para poder atender a un enfermo, que no sólo se emocionaba sino que solucionaba…La Madre es aquella que debe ayudarnos a encarnar a ese Cristo vivo, sufriendo con los que sufren, a fin de vivir, nosotros, “para” los demás, y no “para” nosotros mismos.

María dará a luz a Cristo, en nosotros, en la medida en que los pobres sean nuestros predilectos; cuando los pobres de este mundo sean atendidos preferentemente será la señal de que estamos en la iglesia verdaderamente mesiánica; cuando vivamos como Cristo con las manos y el corazón abiertos a los pobres, con una simpatía visible por ellos, compartiendo su condición y solucionando su situación; en la medida que nuestra actividad esté preferentemente, mas no exclusivamente, dedicada a ellos, en la medida en que lleguemos a ellos con esperanza y sin resentimientos…María será verdaderamente Madre, en la medida en que nos ayude a encarnar, en nosotros, a este Cristo de los pobres.

María dará a luz a Cristo, en nosotros, en la medida en que tratemos de ser, como Cristo, humilde y paciente: en la medida en que reflejemos aquel estado de ánimo, de paz, dominio de sí, fortaleza y serenidad; cuando procedamos como Cristo ante los jueces y acusadores, con silencio, paciencia y dignidad; cuando sepamos perdonar como El perdonó, cuando sepamos callar como El calló; cuando no nos interese nuestro propio prestigio sino la gloria del Padre y la felicidad de los hermanos; cuando sepamos arriesgar nuestra piel, al comportarnos con valentía y audacia como Cristo, cuando están en juego los intereses del Padre y los hermanos; cuando seamos sinceros y veraces, como lo fue Cristo, ante amigos y enemigos, defendiendo la verdad aun a costa de la vida…María será verdaderamente nuestra Madre en la medida en que nos ayude a encarnar a este Cristo Pobre y Humilde.

María dará a luz a Cristo, en nosotros, en la medida en que vivamos despreocupados de nosotros mismos y preocupados de los demás, como Jesús, que nunca se preocupó de sí mismo, sin tiempo para comer, para dormir o descansar. En la medida que seamos como Cristo quien se sacrificó a sí mismo sin quejas, sin lamentos, sin amarguras, sin amenazas, y al mismo tiempo dio esperanza y aliento a los demás; en la medida que amemos como Cristo amó, inventando mil formas y maneras para expresar ese amor; si pasamos por la vida, como Jesús, “haciendo el bien a todos”.

De esta manera María da a luz a Cristo a través de nosotros, cumplimos nuestro destino materno, y Cristo es cada vez “mayor”.

Extractado del Libro “El Silencio de María” de P. Ignacio Larrañaga