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Miles de personas en el mundo han recuperado la alegría y el encanto de la vida.

Talleres de Oración y Vida

Padre Ignacio Larrañaga

Thousands of people have recovered joy and the
enchantment with life.

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Father Ignacio Larrañaga

Iniciando el año con Padre Ignacio

En el libro ´El sentido de la vida´, encontramos una invitación para recorrer un camino para estar en armonía con los demás y con uno mismo. Día a día, meditando acerca del amor, la amistad, la fuerza de voluntad, la compasión y la misericordia, las personas se acercan cada vez más a la paz interior. Aquí los textos para esta segunda parte del mes de enero.

17 Creer es confiar. Creer es permitir. Creer, sobre todo, es adherirse, entregarse. En una palabra, creer es amar.

18 ¡Dios mío; me desbordas, me sobrepasas, ¡me trasciendes definitivamente! ¡Qué razón tenía aquel que dijo que lo esencial siempre es invisible a los ojos! Eres verdaderamente sublime, por encima de toda ponderación; Dios mío, ¿quién como Tú? ¡Oh presencia siempre oscura y siempre clara! Eres aquel misterio fascinante que, como un abismo, arrastras mis aspiraciones en un vértigo sagrado, aquietas mis quimeras, y sosiegas las tormentas de mi espíritu. ¡Quién como Tú!

19 A María ya la conocemos: silenciosa como la paz, atenta como un vigía, abierta como una madre.

20 El liberador es Dios, pero la liberación no se consumará mágicamente. Mientras el ser humano se mantenga centrado en sí mismo, encerrado en os muros del egoísmo, será víctima fatal de sus propios enredos y confusiones, y no habrá liberación posible. El problema consiste siempre en confiar, en depositar en sus manos las inquietudes, y en descargar las tensiones en su corazón.

21 ¡Cómo sería e cuidado y la atención de Juan sobre los últimos años de la vida de la Madre, cuando sus fuerzas declinaban notoriamente y su espíritu tocaba las alturas más altas…! ¡Cómo sería el suspenso, la pena y… (¿cómo decir? casi adoración, cuando Juan asistió al tránsito inefable de la Madre y cerró sus ojos! Juan fue, seguramente, el primero en experimentar aquello que nosotros llamamos la devoción a María: amor filial, admiración, disponibilidad, fe…

22 Como la muerte no tiene ojos ni corazón, en una tarde invierno se llevó a la joven madre. Cinco huerfanitos. Esto sucedió hace veinte años. Los huerfanitos ya son hombres. La joven madre es un recuerdo tan lejano…, ya nadie se acuerda de ella.

23 Respondió Jesús: Breve como un día de invierno, simple como una caña recta ha sido mi vida: sembrar y morir. Así como el destino de los meteoros es perderse en los espacios siderales, mi peregrinación acabará en el Santuario de la muerte. Después de sembrar la semilla, solo me resta prepararme a morir.

24 ¿Dónde está el encantador que transforme los sueños en carne, los lamentos en canciones, el luto en danza, la muerte en vida? Ya viene.

25 Padre, soy como una nave que, combatida por las olas busca refugio en el puerto. Una sola brújula ha guiado mi nave: cumplir tu voluntad. Pero se me ha extraviado la brújula, y ya no sé en qué dirección navegar. Vengo a ti otra vez para que me indiques el camino exacto.

26 Señor, envíame en cada alborada un ángel para que arranque de mi corazón los cardos las ortigas, por si, durante la noche el enemigo los hubiere plantado. Padre, estoy metido en el punto exacto donde se cruzan las corrientes; no sueltes tu mano de mi mano, y no te olvides de cantarme cada noche la canción de cuna.

27 Todo, en la vida, está sometido a esa tres terribles leyes: la ley del desgaste, la ley del olvido y la ley de la muerte. A esos tres inexorables océanos se le escapan al hombre todas sus posesiones, la gloria. la belleza, la salud, la vida… Todo se le deshace, todo se le desgasta, todo se le desmorona, todo se le desvanece, en suma, todo se le va, y nada puede retener. He ahí su mayor desdicha.

28 La justicia ha sido trascendida por la misericordia.

29 Solo quien muere bajo la nieve verá el estallido de la primavera.

30 Hoy hace exactamente un año… ¡qué disgusto tuvimos!, un disgusto de muerte. Noches enteras sin dormir. Hoy nadie se acuerda de aquello. Más tarde llegaron otros disgustos, casi peores. También estos se esfumaron. Para dicha o desdicha el tiempo todo lo cubre de polvo o silencio.

31 No en todo momento el alma tiene el mismo estado de ánimo. Cuando deja de apoyarse en dios, instintivamente el hombre se reclina sobre su centro, y en ese caso, al instante, desde todas partes hacen su aparición las sabandijas de las inseguridades. Entonces el hombre busca escondite para no sufrir ansiedad. El poder total, la liberta completa llegan después de mil combates e innumerables heridas.

Tomado del libro ´El sentido de la vida´ de fr. Ignacio Larrañaga, OFM